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LA PEOR GRIETA:
LA BRECHA DIGITAL E INFOCOMUNICACIONAL

La brecha digital se define como la separación que existe entre comunidades, países que utilizan las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) como una parte rutinaria de su vida diaria y aquellas que no tienen acceso a las mismas o que aunque las tengan no saben cómo utilizarlas.
En la Argentina, el acceso material a las tecnologías está condicionado principalmente por motivos económicos (posibilidad de acceso a hardware y conexiones, además de software), por temas una pobre educación digital y se potencia por factores geográficos.

Según la Encuesta Nacional sobre Acceso y Uso de Tecnologías de la Información y la Comunicación realizado en nuestro país, el 33% de los hogares aún no tiene acceso a una computadora, mientras que el 38,2% no cuenta con conexión a Internet.

Uno de cada tres argentinos no tiene acceso a Internet, la mayoría no sabe usarla y la señal es lenta, precaria y cara, también en los celulares. Además, al menos el 40% de los que acceden a la Web no saben usarla. La distancia entre unos y otros, entre los que la han incorporado a sus vidas a tal punto de no imaginarse ya sin ella, y los que quedan afuera, al desamparo, se denomina "brecha digital". Una suerte de grieta tecnológica, acaso más traumática y disfuncional que la política. “No puede ser que apenas salimos a la ruta 2 se nos corte el celular". El indignado que expresó esta frase es nada menos que el presidente Mauricio Macri.

De acuerdo a lo poco que se comunica desde el Gobierno, el plan en Argentina para achicar la brecha digital depende exclusivamente del despliegue de banda ancha fija y móvil. Pero esto sólo se concretará una vez que el sector privado tenga un horizonte claro para sus intereses, que le aseguren ganancias fabulosas con una mínima inversión y casi nulo control, lo cual a su vez dependerá de que se definan una serie de normas pendientes (ley, fusión de empresas, espectro, TV satelital, etc) que no se vislumbra hoy ni en un futuro cercano.
Desde la REDAU sostenemos que la inclusión digital, hay que pensarla como un asunto colectivo, no individual, donde los beneficios sociales hay que verlos en relación a los que se generan para las comunidades, organizaciones, familias y grupos que sacan provecho de las tecnologías de la Información y la Comunicación.

Hace poco leí una nota del Ing. Luis Valle especialista en TV Digital y Comunicaciones Electrónicas, de destacada participación en nuestro país, donde manifestaba “La huida hacia el futuro es la manera más fácil de evitar la dura realidad actual de nuestro país”.
En estas circunstancias, sólo nos resta ver como los demás países de Latam avanzan y nosotros quedamos atrás.
A pesar de los problemas políticos que tiene, Brasil logra cumplir con el plan de Apagón Analógico previsto. De esta manera achica la brecha digital. Argentina, en cambio, está desorientada, desaprovechando la inversión pública realizada y retrasando la inclusión digital que podría lograr con la TDT.

Así se habla reiteradamente de la 5G, del Big Data, de la gobernanza de Internet, de la Inteligencia Artificial, etc.
Pero la  energía debería ser puesta al servicio de lo sí tenemos ya en el país,  pero que no funciona como los celulares de 2, 3 y 4 G, y además la TDA y a la TDT, y al must carry (disposición que insta a los proveedores de televisión por cable  a incluir en su señal a todos los canales locales de televisión que poseen licencia. Esta norma se creó para prevenir que los sistemas de televisión por cable afecten los intereses de las emisoras de libre difusión).
Y por supuesto a que el ENACOM funcione como se debe, controlando que la normativa se cumpla. No puede ser que el servicio móvil no funcione con la cobertura y calidad pactada al momento del otorgamiento de las licencias. No puede ser que no se avise a la población que puede ver el Mundial y otros contenidos gratis en la TDA.
Falta un año para el apagón analógico en Argentina. Parece improbable que se pueda cumplir en un escenario donde existe una alarmante carencia de una regulación coherente para la Convergencia que hoy se lucha y se debate por un parche más, el Proyecto de Ley Corta, que ya hablamos en una entrega anterior, alejándose de un verdadero Proyecto de Ley para la Convergencia, el que sin duda se necesita.  Que se retrasa en función de los “pedidos” y “negociaciones” de las principales empresas de Telecomunicaciones y Medios, a las cuales no les interesa la brecha digital.

Y la promulgación de la Ley Corta solo es  supuestamente una  moneda de pago entre intereses puramente divergentes entre los grandes actores nacionales del sector.

 

Contacto: Claudio.Alvarez@UAI.edu.ar